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Una vez diseñada y construida la hélice se puede calcular el avance que ésta debería dar
una vez en el agua, pero al ser el agua un medio acuoso dicho avance se verá afectado por la
fluidez y velocidad de movimiento del líquido lo cual provocará una pérdida de rendimiento; esta
pérdida se conoce con el nombre de retroceso de la hélice (diferencia entre el avance teórico y el
real).
Uno de los problemas asociados a la hélice es el provocado por un exceso de revoluciones
provocando la
cavitación
, esto es, la formación del vacío en el dorso o cara inactiva de la hélice
por querer aspirar agua a una velocidad superior a la del líquido movido para poder desplazarse
y rellenar los vacíos que se producen en al cara anterior de la hélice. La cavitación mantenida
provoca vibraciones, ruido y daños (si se prolonga) en el eje de la hélice.
Existen en el mercado hélices con palas abatibles o plegables cuya misión es (en los
barcos de vela) reducir el rozamiento cuando no está en uso.
Imbornales:
Agujeros en el casco o en el trancanil (remate
superior de las cuadernas en la cubierta) que actúan a modo de
desagüe para evacuar el agua embarcada ya sea por rociones,
olas, o la de la propia lluvia.
Bañera:
Recibe este nombre el espacio normalmente a popa (o parte central) de la embarcación
donde la tripulación se sitúa durante la navegación. Debemos asegurarnos que la tapa del
tambucho o la puerta a la entrada principal de la cabina cierre bien y no permita la entrada de la
lluvia o de los rociones que se producen al navegar, asegurándonos que los imbornales están
libres de obstrucción.
Asimismo todas aquellas aberturas practicadas en la cubierta ya sea para iluminación del
interior como para su ventilación, como para ambas cosas a la vez como las
escotillas
,
lumbreras
,
portillos
,
tragaluces
,
manguerotes de ventilación
, (
distinguiéndose por sus formas
y sistemas de cierre
)... deberán de ser revisadas y comprobado su buen cierre ya que también
podrían ser grandes entradas de agua al interior de la embarcación.
Los posibles puntos de entrada al interior del barco son diversos, y deberemos de
observarlos y mantenerlos con periodicidad. Entre ellos podemos destacar los
grifos de fondo
(aperturas en el casco que permiten la entrada y evacuación de líquidos) que por su contacto
permanente con el líquido son susceptibles de corroerse y permitir la entrada libre del agua.
Ante una eventual pérdida de la estanqueidad de la embarcación y la consiguiente entrada
de agua en el interior, deberemos de
achicarla
(sacarla de la embarcación) con los medios de que
dispongamos a bordo ya sean
bombas de achique eléctricas o manuales
. Mención aparte
merecen las bombas de achique eléctricas automáticas que al detectar un cierto nivel en la sentina
se ponen en marcha automáticamente, su revisión es obligada y el hecho de llevarlas a bordo no
exime de un control visual del nivel de forma periódica ya que el fallo de dichas bombas es más
que habitual.
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